Estuve leyendo la Biblia y encontré un pasaje en el que decía: "Amado ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud". 3 Juan 2
Analizándola creo que Dios desea bendecirnos aún más de lo que nosotros deseamos ser bendecidos. Pero El también nos ama lo suficiente para no bendecirnos más allá de nuestra capacidad para manejar adecuadamente las bendiciones y continuar dándole la gloria a El.
El compararnos con los demás, el tenerles envidia no nos ayuda en nada porque siempre en esta vida encontraremos alguien que va delante de nosotros y si nosotros llegamos a ser primero siempre habrá alguien que esté compitiendo.
Lo que debemos hacer es escudriñar nuestros pensamientos y cada vez que estemos pensando de esta forma debemos recordar que Dios tiene un plan individual para cada uno de nosotros y yo confiaré en que El hace lo mejor para mí. No es mi asunto lo que El decida hacer por otra gente. Al contrario bendicelos y que ellos estén en tus oraciones.
Ajusta tu mente para alegrarte por el éxito de otros y confíate a Dios tú mismo. Tomará su tiempo y necesitarás perseverar, pero cuando logres hacerlos verás estarás en camino a la salida del desierto, hacia la Tierra Prometida.
A mi me encanta leer esto porque me da mucha fuerza para seguir viviendo, pero viviendo de la mejor manera, contenta con lo que tengo; aún con dificultades, con frustraciones, aún así estoy contenta y agradecida.
Con todo esto no quiero que piensen que me conformo con lo que tengo sino que digo que estoy contenta, pero seguiré trabajando para seguir surguiendo.
Y por último les quiero recordar que la felicidad no es un resultado sino una actitud.