miércoles, 4 de noviembre de 2009

Con Poca Sal


El cloruro de sodio, o sal, es un mineral que se ha utilizado durante siglos tanto por sus propiedades medicinales, como por sus cualidades para condimentar y conservar los alimentos. Entonces ¿por qué queremos una dieta baja en sal?. Para responder a esta pregunta, debemos observar con cuidado las necesidades y la forma en que nuestros cuerpos utilizan la sal.

La sal es esencial para el balance de ácidos en la sangre y para el control de fluidos a nivel celular. Sin la cantidad apropidada de sal, sufriríamos severos calambres musculares y degeneración corporal. Sin embargo, la cantidad de sal que nuestros cuerpos requieren es mínima y fácil de obtener a partir de los alimentos frescos que consumimos a diario sin necesidad de añadirles más.

Los riñones mantienen el equilibrio adecuado de sal en el cuerpo eliminando el exceso. Si consumimos una cantidad excesiva de este mineral, podemos presentar retención de líquidos, lo cual hace que el trabajo de los riñones sea excesivo y esto puede acarrear, eventualmente, problemas como la depresión.

Por otro lado, es más común que los niveles altos de sodio en el cuerpo se relacionen directamente con la presión sanguínea anormalmente alta o con la hipertensión. En todos los países occidentales donde se consumen grandes cantidades de sal existe este problema y se ha encontrado que, unido a la obesidad y al tabaquismo, es una de las causas principales de afecciones cardíacas fatales.

Desafortunadamente, el gusto por la sal es adictivo y las personas tienden a sentir que su cuerpo requiere grandes cantidades de este mineral. Aunque esto puede ser cierto en algunos casos, simplemente no es real en condiciones normales, ya que las personas se acostumbran al uso excesivo de la sal y sienten que sin ella su comida carece de sabor. Gradualmente, sus cuerpos eliminan menos los excedentes de sodio y es entonces cuando los problemas comienzan.

Se debe utilizar condimentos alternativos para realzar el sabor de los alimentos como el vinagre, puerro, azafrán, ajo, cebolla y a otras hierbas aromáticas. Es posible que estos ingredientes no se enocntraran en la antigüedad cuando la gente comenzó a desarrollar el gusto por la sal, pero ahora son fáciles de conseguir. Es fácil adaptarse a un patrón de alimentación que, con un poco de tiempo, reducirá su necesidad por el sabor de la sal.

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